El caso de Aurora Rodríguez: una mirada desde la salud mental

En 2024, la película “La Virgen Roja” (2024) devolvió a la actualidad la historia de Aurora Rodríguez Carballeira y su hija, Hildegart Rodríguez, a quien Aurora asesinó en 1933. Aunque este crimen es ampliamente conocido, pocas personas saben que Aurora pasó los últimos veinte años de su vida ingresada en el centro de Ciempozuelos de las Hermanas Hospitalarias, donde falleció en 1955.

Francisco Del Olmo, Director Corporativo Asistencial y Educativo de Fundación Hospitalarias, conoce a fondo la historia. Fue director médico del centro de Ciempozuelos y acompañó a Almudena Grandes durante la documentación para su libro “La madre de Frankenstein” (2020), que narra desde la ficción la estancia de Aurora en este centro.

Junto a él, miramos más allá del suceso y reflexionamos sobre la figura de Aurora como una persona con una enfermedad mental. Un recorrido que nos permite apreciar cómo ha evolucionado la percepción hacia las personas con problemas de salud mental y estudiar qué variables influyeron en su diagnóstico y evolución posterior.

La historia de Aurora Rodríguez y su hija Hildegart

El 9 de junio de 1933, Aurora Rodríguez asesinó de cuatro disparos a su hija Hildegart mientras dormía en su cama. Solo tenía 18 años, pero para entonces ya era considerada una niña prodigio. Bajo la estricta supervisión de su madre, y siguiendo el plan que había trazado para ella desde antes de su nacimiento, Hildegart se había convertido en la abogada más joven de España, militaba en el PSOE, era columnista en diferentes periódicos y había publicado 15 libros y numerosos ensayos.

Todo cambió cuando Aurora se dio cuenta que no podía seguir controlando la vida de su hija y de que la joven quizás no seguiría los planes que su madre había trazado para ella. Por eso, Aurora decidió matar a Hildegart y poner fin así a lo que ella consideraba un intento fallido de crear a la mujer del futuro.

Una mirada a la salud mental de Aurora Rodríguez

El crimen conmocionó a la sociedad de la época y Aurora Rodríguez se declaró culpable. El juicio, uno de los más mediáticos de la historia, supuso un verdadero revuelo para la psiquiatría de la época. Los peritajes que se presentaron se enmarcaron en posturas opuestas: considerar a Aurora como una persona con una enfermedad mental grave o una asesina que debía ser condenada.

El doctor José María Sacristán, director médico del centro psiquiátrico para mujeres de Ciempozuelos de las Hermanas Hospitalarias y una de las personas más influyentes de la psiquiatría de aquellos años, presentó el peritaje de la defensa. Por su parte, otro reconocido psiquiatra, Juan Antonio Vallejo-Nágera, director médico del centro psiquiátrico para hombres de Ciempozuelos de la Orden de San Juan de Dios, presentó el peritaje de la acusación.

Sacristán consideraba que Aurora tenía una enfermedad mental, concretamente una paranoia del subtipo de reformador social. “En la paranoia, la forma de razonar es perfecta. De hecho, en una persona inteligente puede ser difícil de detectar. Entre otras cosas, Aurora planteaba que su hija estaba llamada a algo grande que tenía que ver con la reforma social. Había traicionado esos ideales, se quería ir con otra persona y, por eso, la había matado. Lo planteaba de una forma fría y muy razonada”, explica Francisco Del Olmo. Cabe destacar que Aurora no se consideraba a sí misma como una enferma mental, ni estaba de acuerdo en que se la presentara como tal.

El doctor Vallejo-Nágera, por su parte, consideraba que el asesinato tenía más que ver con su ideología eugenésica y con su forma de ser, que con una enfermedad mental. Y este fue el punto de vista que se impuso en el juicio: Aurora fue condenada y trasladada a la cárcel de Yeserías. Allí pronto comenzó a mostrar un comportamiento agresivo que le generó numerosos problemas con otras reclusas.

En 1936, con el estallido de la Guerra Civil, la prisión fue bombardeada, y durante años se creyó que Aurora había muerto en aquel ataque. Sin embargo, la realidad era bien distinta. Dentro de un absoluto secretismo, Aurora había sido trasladada, justo antes del bombardeo, al centro de Ciempozuelos de las Hermanas Hospitalarias, para que pudiera contar con una atención más adecuada a sus necesidades. Allí permaneció hasta su fallecimiento por cáncer en 1955.

El impacto del caso de Aurora Rodríguez en la psiquiatría de la época

El caso de Aurora tuvo grandes repercusiones para la psiquiatría española. Por un lado, la diferencia de visiones durante el juicio causó un enorme revuelo y motivó que, posteriormente, otro de los psiquiatras más conocidos en la época, Gonzalo Rodríguez Lafora, convocara un congreso extraordinario de psiquiatras para valorar el veredicto del juicio. Allí, se generó un intenso debate y una gran mayoría de psiquiatras terminaron votando a favor de la tesis de Sacristán, que defendía que Aurora tenía una enfermedad mental.

También propició la innovación y el uso de nuevas técnicas en la psiquiatría. “En el peritaje de Sacristán se utilizó por primera vez en España el test de Rorschach”, explica Del Olmo. En este test se pide a la persona analizada que interprete lo que ve en unas manchas de tinta, revelando así aspectos de su percepción, pensamiento y emociones.

Y, en general, el caso de Aurora Rodríguez invitó a estudiar en profundidad la paranoia como enfermedad mental. Numerosas obras han abordado esta cuestión, destacando “El manuscrito encontrado de Ciempozuelos” (1989), que analiza su historia clínica.

También puso sobre la mesa otras cuestiones de corte ético o moral porque plantea “hasta dónde puede llegar el papel de un padre o una madre sobre un hijo, el drama entre la independencia y la autonomía, el dejar ir y el poseer”, explica Del Olmo.


Te invitamos a ver la entrevista completa con Francisco Del Olmo, Director Corporativo Asistencial y Educativo de Fundación Hospitalarias, donde cuenta muchos más detalles sobre el periodo de Aurora Rodríguez en el centro de Ciempozuelos.

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