Hoy compartimos el segundo testimonio de “Memoria agradecida”, en esta ocasión de Sor Rosa Abad cuando cumple 50 años de consagración. A lo largo de mi vida y de estos 50 años de consagración, la historia de amor de Dios, ha permanecido y ha ido marcando mi camino en la decisión de seguirle compartiendo mi vida con las hermanas de la comunidad y en la misión de hospitalidad y servicio a los más necesitados y desfavorecidos.
Celebrar “50 años de vida consagrada”, es una buena ocasión para detenerme, orar y agradecer el don de la vocación, que es pura gracia, don de Dios-Amor. Es mirar mi vida pasada con los ojos de ese Dios que me comprende, perdona y acepta como soy.
Los años han ido pasando y lejos de sentir que la vida se escapa, es seguir caminando con paz, sin prisas ni protagonismos, sin inquietudes engañosas, con un sentido profundo de que todo lo realizado hasta ahora ha sido gracias al amor con el que Dios ha cuidado mi vida.
Renovar mi consagración en la vida Hospitalaria y con las hermanas de la comunidad, nos ha permitido compartir la alegría de ser Hospitalarias en fraternidad y en servicio a los enfermos, “vivas imágenes de Jesús” y con María, Nuestra Señora del Corazón de Jesús animando y sosteniendo nuestro camino de hospitalidad.
¡Gracias!
Mª Rosa Abad