“Muchas mujeres mayores perciben la violencia como algo normal en sus vidas”

A Carmen Feliz, Coordinadora Área de Personas Mayores de Fundación Hospitalarias Ciempozuelos, la violencia de género es un problema que le ha interesado desde muy joven, “probablemente por ser una realidad que en mi familia se trataba y no se ocultaba, y mis padres ayudaban en su entorno a que no se produjese”.

Muy pronto, fue consciente de lo normalizado que estaba este tipo de violencia. “Pero, quizás, cuando empecé a ejercer la medicina en un ambiente rural sobre los años 80, fue cuando percibí con más intensidad la violencia en personas con mayor vulnerabilidad, como ocurría en ambientes rurales y en mujeres mayores”.

Desde entonces, ha seguido afrontando la violencia de género como un reto diario al que plantar cara para mejorar el bienestar social. “Las mujeres sufren y, con ello, sufre la sociedad”.

Hoy hablamos con ella sobre la violencia de género contra mujeres mayores, uno de los colectivos con los que más trabajamos en Fundación Hospitalarias, especialmente en el ámbito de la psicogeriatría.

  1. En las noticias vemos con frecuencia casos de violencia machista en los que tanto el agresor como la víctima son personas mayores. ¿Crees que estos casos pueden ser la culminación de muchos años de violencia?

Sí que lo creo. La violencia machista en muchas ocasiones se inicia al principio de la relación y son muchos los factores que intervienen para que las mujeres no denuncien ni salgan de esta situación. Muchas veces son mujeres aisladas y sin apoyo familiar, con dependencias económicas y a las que la propia sociedad ha enseñado a «aguantar» por su «bien» y el de sus hijos. Este sufrimiento está muy escondido y nos suele llegar solo cuando culmina en un asesinato o en un intento del mismo.

  1. ¿Es esta una violencia invisible?

 Invisible y muy ocultada. En muchas ocasiones por la misma mujer, que siente que visibilizarlo es una «vergüenza» y que «los problemas deben lavarse en casa».

Las mujeres mayores se socializaron en un momento en el que los roles de género eran distintos a los que tenemos ahora y han normalizado muchas formas de violencia como algo normal en su vida. Por lo tanto, ni siquiera ellas son conscientes de que existe.

Además, no podemos obviar que tanto los escasos recursos de los que disponen estas mujeres como el temor de sus familiares a tener que ocuparse de situaciones para las que no se sienten preparados, hacen que se evidencie todavía menos.

  1. ¿En qué se diferencia la violencia de género en mujeres mayores de la que sufren mujeres más jóvenes?

La violencia de género en mujeres mayores fundamentalmente es una violencia por negligencia o una violencia económica. La violencia por negligencia implica un abandono o falta de atención de sus necesidades básicas, como puede ser una correcta alimentación, higiene, medicación o sociabilización. En el caso de la violencia económica, se trata del control o apropiación de sus recursos económicos, como su dinero, propiedades o pensión.

Aunque siguen existiendo agresiones físicas, sexuales o psicológicas, no son las más predominantes. También, son más frecuentes las violencias ejercidas por sus hijos o por cuidadores no formales. El perfil de maltratador, sobre todo en mujeres con demencia, suele ser el de un varón joven con consumo de tóxicos, y la violencia económica es muy frecuente.

  1. ¿Qué impacto tiene la violencia en la salud mental de las mujeres mayores?

La literatura científica evidencia que las mujeres maltratadas tienen mayores síntomas psicopatológicos y déficits neuropsicológicos que las mujeres no maltratadas. La ansiedad, depresión y trastornos de estrés postraumático son las alteraciones más encontradas.

Además, debemos tener en cuenta que el maltrato suele sufrirse dentro del propio hogar, con lo cual estas mujeres pueden experimentar una ruptura del marco de seguridad que supone este espacio, lo que las lleva a un estado permanente de hiperactivación e hipervigilancia.

La suma de todo esto puede suponerles un grave fracaso personal, que genera sentimientos de culpa y pérdida de autoestima. Estos trastornos de ansiedad y depresión se han relacionado con déficits cognitivos, a lo que se puede unirse los traumatismos cerebrales en los maltratos físicos.

Además, cuando se produce un diagnóstico de demencia tanto en la mujer como en el maltratador, la violencia se intensifica.

  1. ¿Nos puedes hablar del llamado “síndrome del cuidador quemado”? ¿Puede ser un factor de riesgo para el maltrato?

El cuidado de personas mayores no es sencillo y supone, en muchas ocasiones, una sobrecarga para los cuidadores, que además pueden ser personas que también tienen necesidades de cuidados.

Esto puede incidir notoriamente en la salud física del cuidador, y, sobre todo pueden aparecer repercusiones psíquicas, relacionadas generalmente con la ansiedad y la depresión, frente al desbordamiento que supone el cuidado de dicha persona. El cuidador deja en segundo plano sus necesidades emocionales, intereses, entorno y tiempo libre. Aparece el aislamiento social y el deterioro de la calidad de vida, dando lugar al síndrome del cuidador quemado.

Por supuesto, todo este cuadro es un importante factor de riesgo para la aparición de maltrato hacia la persona a la que se cuida.

  1. ¿Qué crees que se puede hacer desde el ámbito de la salud para ayudar a las mujeres mayores que sufren esta violencia?

El desconocimiento de la realidad de la violencia de género en esta etapa de la vida, unido a los estereotipos asociados a la vejez y a la demencia, genera en muchas ocasiones diagnósticos inadecuados y una respuesta que revictimiza a las mujeres.

Se debe incidir en la detección precoz y el seguimiento proactivo del deterioro cognitivo como un importante factor de riesgo de maltrato. El aumento de los síntomas de las mujeres con demencia está muy relacionado con el aumento del maltrato.

También es imprescindible la coordinación, sensibilización y formación continua de los profesionales sociosanitarios, que, a su vez, deben informar y concienciar a las propias mujeres y sus familias.

  1. ¿Qué medidas institucionales hacen falta para visibilizar y abordar esta violencia?

Para empezar, analizar y visibilizar. Se requieren estudios más recientes que hagan fotos específicas de la situación. El último estudio del que se dispone es de 2019.

Asimismo, campañas de prevención y sensibilización dirigidas a mujeres de edades avanzadas y a sus familias, que eliminen el edadismo, fomenten un trato igualitario y, por supuesto, una imagen distinta del envejecimiento, durante el cual emprender nuevos proyectos es aún posible. 

  1. ¿Nos quieres contar algo más?

Me gustaría terminar recordando que, aunque se han hecho avances en la visibilización del maltrato en mujeres con demencia, aún nos queda un largo camino por recorrer. La perspectiva interseccional entre edadismo y machismo es fundamental, especialmente en mujeres que en ocasiones han estado expuestas a la violencia durante toda su vida.

Quiero además agradecer a Fundación Hospitalarias que contasen conmigo para la “Jornada de Violencia en la mujer con especial vulnerabilidad”, que tuvo lugar en Fundació Hospitalàries Barcelona en marzo de 2025.


Te invitamos a ver la entrevista completa a Carmen Feliz. Esta pieza forma parte de una serie de entrevistas a profesionales de la Fundación Hospitalarias sobre violencia contra mujeres con trastorno mental grave, mujeres con discapacidad y mujeres mayores.

 

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