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Alejandro Florit Papa Francisco Fundación Hospitalarias

El Papa Francisco y su luz para la Hospitalidad: una llamada a acoger con misericordia a las personas más vulnerables

Pasados unos días de la noticia que nos llegaba respecto a la partida a la Casa del Padre del Papa Francisco, y aún con la emoción que nos inunda, queremos dar gracias por todo lo que nos ha dejado. A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco ha ofrecido un mensaje claro, profundamente evangélico y humanizador: en el centro de nuestra mirada y acción deben estar siempre las personas más vulnerables. Aquellas que, por su situación de sufrimiento psíquico, exclusión social o fragilidad existencial, corren el riesgo de ser olvidadas o marginadas por una cultura que tiende a descartar lo que no se ajusta a sus parámetros de utilidad o rendimiento. Su magisterio ha sido una luz y una guía constante para quienes creemos y trabajamos desde el valor de la Hospitalidad, como es el caso de nuestra Fundación Hospitalarias. Sus palabras y gestos han reafirmado lo que para nosotros es una convicción profunda: toda persona, incluso —y especialmente— aquella que vive con un trastorno mental, discapacidad o daño emocional, es portadora de una dignidad inviolable y merece ser acogida, cuidada y acompañada con ternura, respeto y compasión. Francisco insiste en que la misericordia no es una opción secundaria, sino el centro del Evangelio y la forma concreta de vivir el amor. Esta misericordia se manifiesta en un estilo de presencia que no margina, que no aparta, que no teme acercarse al dolor psíquico ni a las heridas invisibles del alma. En palabras del Papa, estamos llamados a ser una Iglesia —y podríamos decir también, una Institución— que actúa como un “hospital de campaña”, capaz de estar cerca, de curar, de escuchar sin juzgar, de acompañar sin abandonar. Este mensaje resuena profundamente con nuestra misión institucional: acoger la vida herida con calidez humana y profesionalidad, y sostener la esperanza incluso allí donde parece haberse apagado. Las personas con trastornos mentales o discapacidades no son un “caso” o un “problema”; son hermanas y hermanos que nos interpelan y nos enriquecen, que nos revelan otra forma de belleza, otra manera de vivir lo esencial. Así, la palabra del Papa Francisco se ha convertido para nosotros en un aliento permanente, en una llamada a seguir profundizando en una Hospitalidad que no se limita a lo funcional o asistencial, sino que nace del corazón, se hace relación y transforma la cultura del cuidado. En el contexto del último Capítulo General de las Hermanas Hospitalarias, el Papa Francisco les dedicaba estas palabras, que bien podrían ser de aplicación para todas las personas que trabajamos en la Institución: “Queridas hermanas, todo esto es un signo, es una invitación, en el discernimiento de su capítulo, a no tener miedo, a dejarse llevar por la misma audacia que sus fundadores y fundadoras, a osar, a arriesgar -¡osar, arriesgar!- por el bien de los hermanos y hermanas que Dios pone en su camino. Atrévanse, sin miedo, y déjense interpelar por las nuevas pobrezas de nuestro tiempo: ¡son muchas! De esta manera pondrán a buen uso la grande y rica herencia que han recibido, y la mantendrán siempre viva y joven. Gracias. Gracias por su trabajo. Por favor, no pierdan su alegría, no pierdan su sonrisa y la alegría de su corazón. Los bendigo de corazón. Y, por favor, les pido que recen por mí. Gracias.” Alejandro Florit es Director Corporativo de Identidad Hospitalaria de la Fundación Hospitalarias.