Recurso residencial comunitario de entre 20 a 40 plazas, con carácter abierto, flexible y polivalente. Incluye alojamiento y manutención, supervisión las 24 horas del día, atención psicosocial y apoyo personal en la vida diaria.
A través de este servicio, damos cobertura a las necesidades básicas de alojamiento, manutención y soporte de las personas usuarias, proporcionando el cuidado y apoyo personal y social necesario para mejorar su calidad de vida. Además, buscamos mejorar su autonomía personal y social y facilitar su integración social progresiva.
Realizamos individuales y/o grupales dirigidas a promocionar hábitos saludables (sueño, alimentación, ejercicio físico), favorecer la comunicación y participación, la estructuración de la vida cotidiana y la ocupación del tiempo libre.
Además, brindamos apoyo a las familias para facilitar la integración de los usuarios en su entorno familiar y comunitario, promoviendo una adaptación positiva y sostenible.
Personas adultas con trastornos mentales graves, que tienen un cierto nivel de autonomía pero carecen de apoyo familiar o social. Estas personas pueden estar diagnosticadas con trastornos psiquiátricos como esquizofrenia, trastorno bipolar, trastornos de la personalidad o trastornos afectivos, entre otros, que afectan su capacidad para vivir de manera completamente independiente.
La forma de acceso a la Residencia siempre es mediante la Derivación de los Servicios de Salud Mental de referencia que se encargan de su atención psiquiátrica y seguimiento.
La atención médica al usuario de la residencia sigue recibiéndola desde el Centro de Salud Mental y Centro de Atención Primaria en la que era atendido antes de su derivación a la residencia.
Que la persona accede siempre en la residencia de forma voluntaria, que puede entrar y salir cuando lo desee, y que las actividades en las que participa también son voluntarias, siempre acordadas con los profesionales, según su plan individualizado de rehabilitación.
Mejorar la calidad de vida de los usuarios, ayudándoles a desarrollar su autonomía personal y social, de manera que puedan funcionar de la forma más normalizada posible en su entorno, facilitando su integración social progresiva en la comunidad y evitando la institucionalización.