Este mes de noviembre, el Grupo impulsor de Laicos Hospitalarios en España, acompañado de algunas hermanas y colaboradores de distintos centros de la Provincia han mantenido un encuentro en el Santuario de Nuestra Señora de Aranzazu.
Un encuentro que ha servido para seguir dando pasos en la consolidación como grupo, favoreciendo la reflexión y el poder compartir experiencias y vivencias de fe.
Os dejamos aquí la experiencia en primera persona de uno de sus participantes:
“La arquitectura y la estética de la Basílica del Santuario de Aránzazu no parecen haber sido creadas para deleitar o complacer al visitante sino para interpelar y cuestionar, para alentar a la búsqueda, para confrontar con el misterio.
Dos ideas fundamentales de este bello lugar han marcado de manera especial para mí este encuentro. La primera de ellas tiene que ver con la historia del Santuario. Los espinos, entre los que fue encontrada la imagen de la Virgen de Aránzazu y que dan nombre al lugar, nos hablan precisamente de una contrariedad radical; contrariedad al descubrir que la verdadera belleza puede emerger con gran fuerza entre las espinas de la vida y de la fragilidad humana. La otra idea está intrínsecamente relacionada con esta primera idea expuesta. La fachada principal de la Basílica está presidida por 14 apóstoles que el gran escultor vasco Oteiza presentó diseñados con una modernidad radical. Los apóstoles, además, están totalmente vacíos por dentro. Tanto el diseño como el vacío ofrecen un simbolismo impactante y sobrecogedor. Para Oteiza, “los apóstoles, como animales sagrados, abiertos en canal, nos repiten que se han vaciado, que han puesto sus corazones en otros. La identidad real del cristiano es sacrificarse así”.